martes, 1 de septiembre de 2009

Cómo armar el menú perfecto | Nota



Cómo armar el menú perfecto

A quienes nos gusta cocinar, en general también nos encanta recibir amigos y familiares para compartir la comida y agasajarlos. De la entrada al postre, todo lo que hay que saber para elegir un menú impecable.

La idea es lograr un menú equilibrado y completo, con variedad de sabores, colores y texturas, pero que a su vez combinen. Un buen menú debe estimular todos los sentidos de diferente manera. Generalmente, lo primero que se elige es el plato principal, y en función de él, la entrada y el postre.



Hay que tener en cuenta que el menú debe respetar un recorrido “de menos, a más”. Los sabores más suaves se sirven primero, y los más fuertes después, para ir adaptando el paladar y no enmascarar sabores. Por eso, por ejemplo, los caldos, sopas y pescados van antes que las carnes. O en el caso de elegir dos carnes primero se servirán las blancas y después las rojas. Lo mismo pasa con los vinos, que se sirven primero los más jóvenes y luego los de más cuerpo.

Lo que SÍ hay que hacer:

Conocer lo más posible acerca de los invitados reducirá el margen de error. Esto incluye saber qué les gusta, si son o no puntuales, si comen abundante o no, etc. Si no se sabe mucho acerca de sus preferencias, es preferible optar por platos sencillos y de ingredientes comunes, que le gustan a la mayoría.

Para no quedarse corto, es importante saber de antemano cuántos van a ser. Un consejo para no errar, es calcular cantidades para al menos dos invitados más de los previstos. Otra manera es calcular que viene uno más por cada cuatro comensales. Para los más obsesivos, se puede contar con “planes B” u opciones “de reserva” para cubrir cualquier imprevisto.

Si uno es más garra que talento en la cocina, mejor optar por la sencillez y la calidad. Nada de tomar riesgos a la hora de invitar gente. No innovar ni probar nuevas recetas, a menos que los comensales sean realmente de confianza (y siempre que tenga el teléfono de un delivery a mano).

Es importante elegir recetas que puedan servirse fácilmente, sin demasiadas exigencias de última hora. Para estar más tranquilo y poder compartir la llegada de los invitados, hay que descartar platos que sólo pueden hacerse prácticamente en el momento.

¡Ojo con la época del año! Tal vez la carbonada sea nuestra especialidad, pero no es ni un poco apropiada para cuando hace mucho calor. Además, al elegir productos de temporada, será más fácil y barato conseguirlos, a la vez que seguramente estarán frescos y en mejores condiciones, y seguro las recetas saldrán más sabrosas.

Atención con la temperatura de los platos. Nada peor que un plato que debería ser caliente y no lo esté. Si puede evitarse recalentarlo, mucho mejor.

Lo que NO hay que hacer:

No repetir el ingrediente base de los platos. Ensalada tibia con pollo y una pechuga rellena después, es como pan con pan.
Sí pueden repetirse ingredientes como cebolla, tomate, hongos, crema o vino, cuando son usados como condimento.

No deben elegirse dos platos con el mismo tipo de preparación o la misma salsa. Por ejemplo, dos platos fritos, o dos platos con salsa a base de tomate.

No elegir platos con la misma textura, como dos mousses, una de entrada y una de postre. Es mejor si se varían los colores, además de las texturas. Un puré de papas y una crème brûlé, tienen color y consistencia parecidos. Mala idea.

El postre

Un consejo a tener en cuenta es el de Alexandre Grimod de la Reyniere, un abogado y noble francés considerado el precursor de la crítica gastronómica, que dijo: “El postre tiene que ser espectacular, porque llega cuando el gourmet ya no tiene hambre”.

Cuidado con confundir “agasajar” con “embuchar al invitado”. Si la comida fue bastante pesada o abundante, es recomendable que el postre sea, por ejemplo, un helado o sorbete, algo más digestivo y liviano.

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